20100129

DESPERTÓ LA FANTASÍA








Debo reconocer que a mis años esta pequeña gigante se ha conectado íntimamente con mis emociones. Cada vez que la veo, a través de la televisión, algo presiona fuertemente mi pecho y la emoción se me sale por los ojos. He pensado mucho qué provoca tal sentimiento, y he llegado a la conclusión que más allá del tamaño; del realismo de cada movimiento; de la simpleza de un espectáculo maravilloso, lo que más emociona es lo que somos cuando la vemos. Somos adultos dispuestos a dejarnos encantar por algo que no corresponde a lo que nos acostumbra a maravillar; no es el último modelo de un auto; no es un I POD ni el computador más pequeño, es simplemente una muñeca; y nos transformamos en padres con tiempo para acompañar a nuestros hijos a pasar largas horas viéndola dormir, a caminar por calles que recorremos siempre pero que durante estos tres días recorreremos mirando hacía el cielo y no mirando sus vitrinas o conectados al celular. Nos transformamos en padres sonrientes que llevamos a nuestros hijos sobre los hombros dispuestos a esperar largas horas a pesar del fuerte sol.

Esa es la transformación mágica que logra este espectáculo. Aprovechemos estos tres días que se iniciaron hace algunas horas para disfrutar de la belleza de las cosas simples, para disfrutar de la compañía del otro ése que si está al lado mío, es porque le emociona lo mismo que a mí, aprovechemos de disfrutar, para quienes somos padres, de nuestros hijos y aprendamos de ellos, que la felicidad no está ni en lo material ni en lo perecedero sino en instantes como éstos.

Ayer cuando veía a los adultos felices frente a un geiser que los mojaba cada 5 minutos como un mero apronte de la fantasía, algo me decía en mi interior, que a pesar de todos los problemas, de las dificultades de la vida, de lo vertiginosa que se nos ha vuelto la vida; continuamos siendo niños. Le pido a Dios que estos 3 días de fantasía nos conecten a cada uno con las emociones simples, con la valorización de un instante de alegría pero sobre todo, con la inocencia de los días de infancia.

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