20100728

AGOSTO = SOLIDARIDAD

Estamos ad portas de iniciar el mes de Agosto, conocido como el Mes de la Solidaridad. Una palabra que se explica por sí sola “…determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común”; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos.

La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social. Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.

La solidaridad es una palabra de unión. Es la señal inequívoca que todos los hombres, de cualquier condición, se dan cuenta que no están solos, y que no pueden vivir solos, porque el hombre, como es, social por naturaleza, no puede prescindir de sus iguales; no puede alejarse de las personas e intentar desarrollar sus capacidades de manera independiente.

¿Qué significa ser solidarios? Significa compartir la carga de los demás. Ningún hombre es una isla. Estamos unidos, incluso cuando no somos conscientes de esa unidad. Nos une el paisaje, nos unen la carne y la sangre, nos unen el trabajo y la lengua que hablamos. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de esos vínculos. Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y aparecen entonces el lenguaje y la palabra. En ese instante sale a la luz todo lo que antes estaba escondido. Lo que nos une se hace visible para todos. Y entonces el hombre carga sus espaldas con el peso del otro. La solidaridad habla, llama, grita, afronta el sacrificio. Entonces la carga del prójimo se hace a menudo más grande que la nuestra.

Este mes de la solidaridad trae evidentemente un desafío más profundo, como es el de volver a ver todo aquello que nos une, principalmente el dolor producido por uno de los terremotos más devastadores. Ofrezcamos nuestra espalda para cargar el peso del dolor de un hermano y ayudémoslo a reconstruir no sólo su casa también su vida.

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