20100809

A 65 AÑOS DE UN HECHO DOLOROSO

Hay sucesos de la historia que deben tenerse siempre presentes para no volver a repetirlos.

Ya el pasado Viernes 6 de Agosto se recordó a las víctimas de uno de los sucesos más espeluznantes que recuerde el ser humano, el lanzamiento de la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, por el conocido avión B-29 “Enola Gay”. Tres días más tarde, en un día como hoy, el 9 de Agosto de 1945, el espectáculo de aniquilación nuclear se repitió en Nagasaki, cuando el bombardero B-29 “Bock’s Car” lanzó a “fat boy”, una bomba de plutonio, con la capacidad de liberar el doble de energía de una bomba de uranio.

Al término de 1945, 74 mil personas en Nagasaki y 140 mil en Hiroshima habían fallecido por las heridas causadas por las bombas atómicas.

Con el paso de los años, la cifra de muertos debido a los efectos secundarios del ataque fue aumentando hasta superar las 400 mil víctimas. Cifra que aunque han pasado 65 años de aquél suceso siguen aumentando.

Al recordar hoy a las víctimas inocentes del odio y del egoísmo humano, también quisiera recordar a Juan Pablo II cuando en la Jornada Mundial de la Paz de 1994, nos dijo “De la Familia nace la Paz”.

El mundo anhela la paz, tiene urgente necesidad de paz. Y sin embargo, guerras, conflictos, creciente violencia, situaciones de inestabilidad social y de pobreza endémica continúan cosechando víctimas inocentes y generando divisiones entre los individuos y los pueblos. ¡La paz parece, a veces, una meta verdaderamente inalcanzable! En un clima hostil por la indiferencia y envenenado frecuentemente por el odio, ¿Cómo esperar que venga una era de paz, que sólo los sentimientos de solidaridad y amor pueden hacer posible?”

Cada uno sabrá contestar la interrogante que nos dejó Juan Pablo II.

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