
El mundo reza por las victimas del terremoto y del tsunami de Japón, pide las bendiciones divinas de fortaleza sobre sus familias y amigos, y solidariza con todos aquellos que realizan labores de rescate y ayuda a las victimas, especialmente por los 50 “liquidadores de Fukushima” que han aceptado la letal misión de bombear agua de mar hacia los reactores descontrolados, para contener el calentamiento de los núcleos. Una labor para que la que cuentan sólo con bombas manuales.
Quiero compartir sólo un extracto de la columna del periodista Cristián Warnken, titulada Fukushima y tú, una columna que plantea una gran pregunta, a raíz de lo que ocurre en Japón.
(SIC)
La espera hora a hora de las últimas informaciones que vamos recibiendo sobre el manejo de la dramática crisis en la central nuclear de Fukushima me hizo recordar una escena de "El sacrificio", testamento fílmico de ese cineasta-profeta ruso que fue Andrei Tarkovski. Alexander, un profesor y crítico de arte que acaba de jubilar y se retira a su casa construida con el esfuerzo de años, escucha por la radio alarmantes informaciones sobre un inminente conflicto nuclear entre las entonces superpotencias mundiales. La bomba atómica puede ser lanzada en cualquier momento, y el mundo desaparecer. Con desesperación, Alexander se arrodilla y reza, pidiéndole a Dios que salve al mundo, y a cambio se compromete a dos grandes sacrificios: enmudecer, no hablar nunca más y entregar todo lo que tiene si el planeta se salva. La crisis nuclear es superada y el mismo Alexander, ante el estupor de sus amigos y familia, procede -como en una suerte de ritual sagrado- a incendiar su propia casa, cumpliendo lo que había prometido a su Creador. ¿Es una locura lo que hizo Alexander y por eso merecería ser encerrado en un manicomio, o es un supremo acto de sacrificio que lo redime y nos salva a todos?
Es claramente un acto de sacrificio lo que están realizando los liquidadores de Fukushima, un real ejemplo de amor por el prójimo y es aquí donde cabe la siguiente pregunta: En un mundo convulsionado donde los intereses personales son antepuestos ante cualquier cosa, donde nos falta amor por el prójimo, donde somos capaces de sentir rabia y odio en contra de alguien y hacemos todo lo posible por destruirlo…. ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar?.
Que este maravilloso tiempo de preparación nos permita descubrir: cuál debe ser el sacrificio personal que cada uno debe hacer.
Que buen artículo. Felicitaciones. Me pueden enviar el link de la columna, se que es un periodista muy bueno y quisiera leer la columna completa. Un saludo y nuevamente felicitaciones.
ResponderEliminarluquinteros@hotmail.com
que buena forma de mezclar la actualidad con lo que quiere dios de cada uno. no sé quien es Dar que publica en este blog, pero felicitaciones por el blog, el espacio y el trabajo diario. Soy paulina de Concepción y hace un tiempo tratamos de hacer un blog parroquial pero no resultó sgún muchos no había mucho que publicar, este blog es un ejemplo que siempre se puede enseñar. saludos
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