VERÓNICA IRENE ABASTO CORDOVA
…el aroma de la leña, el de la comida de campo y sobre todo ese aire que se respira en las mañanas del sur…
Esta joven de 21 años, estudiante de Cuarto año de Licenciatura en Biología en
“Jesús, no puedo abandonarte... triunfaste”
Por Begoña Valdenegro Aravena
Las cosas más importantes de la vida son gratuitas, como amar, reír, llorar, sentir, gozar. Como también la fe, la vocación, los valores, los ideales, el honor y la entrega”. Si todos estos aspectos son gratuitos ¿Por qué nos cuesta tanto dar amor, reír y gozar?
El mundo de hoy nos quiere convencer cada vez más que todo lo que nos puede hacer felices tiene un precio, sobre todo el monetario y nos induce a vivir en torno a conseguir una buena situación económica que “nos asegure el futuro”. Con esto, se nos hace cada vez más extraño recibir algo sin dar nada a cambio, estamos acostumbrados a que todo lo conseguimos por nuestros medios. Creo que el problema principal es que solo pensamos en nuestra vida terrena, preocupándonos de asegurar ese futuro próximo con un buen trabajo, con ahorros, etc. Está bien preocuparse de estas cosas, sin embargo ¿Qué ocurrirá cuando se nos termine esta vida y nos demos cuenta que no “invertimos” nada en lo que está más allá de la muerte? Se nos olvida que esta vida es la oportunidad que se nos dio para preparar nuestra llegada al Cielo, y se nos olvida incluso lo mejor de todo: que aquellos bienes en los que podemos invertir son gratuitos, basta solamente con dejarse envolver por ese amor que nos regala Jesús en la Cruz, y que cuando se conoce, en necesario entregárselo a los demás. Se nos olvida vivir las cosas simples de la vida, como darle una sonrisa a alguien en la micro o pararse a mirar un bonito paisaje, sólo porque uno va demasiado preocupado de sus asuntos. Creo que en esto mis padres me han enseñado mucho, si bien con gran esfuerzo se han preocupado por entregarme todo lo que pueden en lo económico, me han enseñado que lo más importante es lo que somos como personas, lo que podemos entregarle a los demás, me han inculcado valores y me han enseñado a disfrutar con lo que tenemos y agradecerle a Dios por ello.
Si estuviésemos más conscientes de que la vida se nos puede hacer mucho más fácil y feliz si en vez de preocuparnos tanto por aquellas cosas que no son de peso para nuestra vida espiritual, nos abandonaríamos en Dios y recibiríamos todos los regalos que nos quiere dar. Se me viene a la mente el texto del Evangelio que dice “Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”, ya que un sacerdote muy querido me dijo un día, refiriéndose a estas palabras, que lo que Dios espera de nosotros es que nos hagamos como ese niño pequeño que se toma de la mano de su mamá y deja que ella lo guíe, que es inocente, no se preocupa del futuro, sino que vive a concho el presente, que disfruta de la simpleza de un juego, que puede llorar si lo quiere, porque no le preocupa el qué dirán de él. Por esta razón me encanta compartir con niños y aprender de ellos. Si pudiésemos crecer sin perder esas cualidades de niño, se nos haría tan fácil entregar amor y sobre todo dejarnos amar, agradeceríamos el regalo de la fe, no dudaríamos en entregarnos por completo a Dios y los demás, no se nos haría tan difícil demostrar los afectos y sentimientos y con esto, descubriríamos que ser felices está más cerca de lo que parece.
Los aromas, las canciones, los lugares tienen, muchas veces, la magia de transportarnos en el tiempo y llevarnos a instantes de nuestra vida, comúnmente de nuestra niñez, donde recordamos algo o a alguien especial. ¿Relacionas algún aroma o lugar con alguien especial? ¿Qué y a quién?
Creo que el aroma de la leña, el de la comida de campo y sobre todo ese aire que se respira en las mañanas del sur, me recuerda mis vacaciones de niña, cuando con mis papás nos íbamos a la casa de mis abuelos, ahí se me viene a la mente los días intensos que se vivían entre tanto juego con los primos, los regaloneos de los tíos y los abuelos, donde lo que importaba cuando se hacía de noche es que amaneciera luego para levantarse a jugar otra vez. Y si se trata de un lugar, La Virgen del San Cristóbal me recuerda mis años de enseñanza media, porque sin duda una de las cosas que más rescato de esa etapa es mi paso por la pastoral del liceo, y ese fue y sigue siendo el centro de nuestras peregrinaciones, que nos identificó mucho y nos ayudó a crecer como comunidad. Las calles de Providencia, también me llevan a mis años de liceana, porque recuerdo las tardes de viernes con mi grupo de amigas recorriéndolas.
La rapidez con la que vivimos diariamente nos obliga a largas jornadas de trabajo y de estudio. ¿Cómo compaginar la vida de oración con el trabajo intelectual?
Si bien desde niña mi mamá me enseño a rezar, a pedirle a Dios que me cuidara y me ayudara en mi vida, fue en la etapa de mi enseñanza media donde comencé a vivir la vida pastoral, y además donde comencé a enfrentarme a lo que implica la vida cuando se empieza a crecer, a tomar mis decisiones y enfrentar mayores responsabilidades y desafíos. Una persona muy importante para mí en mis años de liceo, siempre dice que “Dios es mal negociante, porque da el ciento por uno”, porque cuando uno le entrega una parte de su tiempo o de su esfuerzo, el nos da mucho más, y la verdad es que con el tiempo le he ido encontrando toda
La vida universitaria requiere una inversión de tiempo importante, y es difícil distribuir el tiempo entre la familia, los estudios u otras actividades que uno realiza y la vida de oración, sobre todo creo que cuesta más ser perseverantes en lo último, ya que la oración personal es algo muy intimo y es precisamente ese tipo de cosas en las que cuesta ser constantes. En esto creo que es muy importante no andar solos, para lo cual es fundamental la dirección espiritual y los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación.
Creo que para compaginar la vida de oración con el trabajo intelectual es necesario recordar siempre que nada podemos hacer si no está presente Dios. Para mí la oración es mantener viva la relación con Él, es el apoyo que encuentro para enfrentar cada día, es el combustible para realizar todo lo que debo hacer, el momento en el que puedo contarle mis cosas, pedirle que me ayude o simplemente estar en Él.
Afortunadamente, en mi lugar de estudio cuento con un templo y con Misa diaria y, aunque no puedo asistir a ella siempre, es muy reconfortante dentro de la jornada hacer una pausa, entrar un momento a la capilla y hacer una oración, cuando lo hago siento que se renuevan las fuerzas. El Rosario es una oración que también trato esté presente durante mi día, contar con
1.- El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir (Albert Einstein)
2.- El famoso premio Nobel alemán Werner K. Heisenberg, uno de los principales creadores de la Mecánica cuántica y formulador del conocido Principio de Indeterminación que lleva su nombre, a su paso por Madrid en 1969, afirmaba: “Creo que Dios existe y que de Él viene todo. El orden y la armonía de las partículas atómicas tienen que haber sido impuestos por alguien superior”. ¿Son compatibles evolución y creación?
Esto es bastante familiar para mí, estudiando una carrera científica y específicamente aludiendo a una de las áreas que me interesa mucho, me he encontrado con esta pregunta en más de una ocasión. Recuerdo que cuando decidí estudiar biología, una amiga me preguntó que cómo iba a hacer para que todas las teorías existentes no afectaran mi fe. Creo que no tienen porque interferir. A medida que he ido adentrándome en este mundo, me he ido maravillando al descubrir lo hermosa que es la creación, y tal como se menciona en la cita, uno puede darse cuenta como todo en el ser humano y la naturaleza funciona a la perfección y se llega a concluir que todo esto sólo tiene que ser obra de Dios.
Las teorías científicas están en constante cambio y evaluación, de hecho una de las cosas fundamentales de la ciencia es que nada se puede considerar absolutamente cierto, porque en cualquier momento pueden aparecer nuevas evidencias sobre un tema que refutaran alguna teoría. En su momento la teoría de Darwin sobre el origen del hombre causó gran revuelo, ¿cómo era posible que el hombre viniera del mono?, actualmente las evidencias proponen que esto no es así, pero sin duda este naturalista abrió la puerta a una gran disciplina.
La historia que nos relata el Génesis acerca del origen del hombre, no tiene porque ser una contradicción con las evidencias científicas, pues la verdad de la Biblia es que nuestro origen está en la voluntad de Dios, que fuimos creados por el Padre por amor y quién además nos regalo un lugar donde vivir y cuidar, mientras que la ciencia tan solo nos va mostrando una pequeña parte de los primeros pasos de la humanidad, pero nunca será capaz de revelarnos el misterio del poder de Dios de crear la vida. ¿Cambiaría en algo el amor de Dios o su poder si el registro fósil más antiguo de un ser humano aparece hace 30 o 20 millones de años? Yo creo que no.
Volviendo un poco sobre lo anterior. Debido a que las ciencias avanzan sobre datos seguros y contrastados, verificados por la experiencia, surgieron y surgen a diario pensadores que tienen el convencimiento que cada vez que la ciencia descubre un secreto, la religión da un paso atrás. ¿El progreso científico implica un declive religioso?
Como dije anteriormente, cada vez que uno se adentra en el mundo de las ciencias, no hace otra cosa que darse cuenta de la perfección de la creación y de que la mano de Dios está presente en ella. Creo que aquellos que se empecinan en afirmar que la ciencia y la fe son opuestas, es porque no conocen el verdadero sentido de ninguna de las dos. La religión no va a cambiar si hay nuevos descubrimientos, porque la religión no busca dar respuestas de tipo empírico como la ciencia, sino que sus verdades están centradas en la salvación del hombre por medio del amor y la misericordia divina. Creo que la ciencia por su parte debe centrarse en estar al servicio de las necesidades de la humanidad y la naturaleza, y no en que el hombre se ponga al servicio de la ciencia y que su correcto uso no implica un retroceso para
Cuando descubrí el sentido de la ciencia y el mal camino que en la actualidad algunos le dan, me motivé a estudiar biología, ya que me gustaría contribuir a utilizarla en servicio del ser humano y dar testimonio de que la fe y la ciencia no tiene porqué ser antagónicas.
¿Qué lugar ocupa Cristo en tu vida?
Siempre trato de esforzarme porque tenga el lugar principal, pero no sé si siempre lo logre. En realidad, más que darle un lugar, trato de que todo el resto de mi vida parta desde el mismo Cristo, que mis relaciones con las personas que quiero como mi familia y mis amigos, que mis estudios, mis actividades pastorales, mis distracciones y todas las actividades que hago tengan como eje principal a Cristo. Para esto siempre le pido ayuda a
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