20091113

UN MES DE MARIA PARA REFLEXIONAR

A través de las actividades que han desarrollado nuestros jóvenes nos podemos dar cuenta que la iglesia les ha hecho la invitación a ser discípulos y misioneros en sus comunidades, en sus barrios y en sus hogares. Fue Santa Teresa hace menos de un mes que los invitó a ser Santos, y tengo la certeza que nuestros jóvenes pueden ser santos incluso en medio de esta agitada sociedad. Es muy posible que nuestros niños, adolescentes y jóvenes sean el fuego que encienda otros fuegos y que vayan poniendo en movimiento el deseo de santidad. Una santidad que nace en comunidades acompañada con asesores y animadores juveniles.

A la luz de María, de su persona, de su santidad como Madre de la Iglesia y de la Humanidad, vivamos este Mes de María en jóvenes que han sido Santos para así alabar a Dios por María y la espiritualidad juvenil que Ella alimentó en jóvenes que acogieron el llamado a la santidad.

Los invito entonces a acompañar a María en este, su mes, con estas breves reflexiones que son cercanas a la realidad de Uds., los jóvenes.


Viernes 13 de Noviembre de 2009

“Discípulos, signos de espiritualidad juvenil”

Santa Teresa de Los Andes

“María, discípula del Señor con alegría”

1.- Motivación

Una de las características propias de los jóvenes es la alegría. Rescatamos esa alegría de vivir que se refleja en la energía para realizar siempre cosas nuevas, esa alegría que contagia a otros jóvenes para entusiasmarse con la vida, la música y el baile. Donde hay jóvenes, es seguro que vamos a encontrar alegría.

En esta primera semana del Mes de María rescataremos la santidad y alegría de santa Teresa de Los Andes, nuestra joven santa chilena.

Descubramos juntos la alegría de ser discípulos del Señor. Los Obispos latinoamericanos nos señalan en el Documento de Aparecida: “En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio” (D.A. Nº 28). Es la misma alegría que movió a Juanita Fernández, una muchacha alegre, hoy conocida mundialmente como Santa Teresa de Los Andes.

2.- Palabra de Dios (Jn 15,9-14)

Dice el Señor: “Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté con ustedes y su alegría sea completa.

Este es mi mandamiento; que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando”.

¿En qué podrían darse cuenta los demás que siento alegría por conocer a Jesús?

Mi fe, ¿es razón de alegría y orgullo en mi vida cotidiana?

3.- Oración

“Dormía y soñaba que la vida era alegría; desperté y me di cuenta que la vida era servicio,

Serví y comprendí que el servicio era alegría”.

Cuando haga falta una sonrisa para dar esperanza, María cuenta conmigo.

Cuando hagan falta manos para ayudar, María cuenta conmigo.

Cuando nadie quiere servir, María cuenta conmigo.

Cuando la indiferencia no nos deja ayudar al prójimo, María cuenta conmigo.

Para pedir ayuda y buscar el bien en la comunidad, María cuenta conmigo.

Para seguir sirviendo con esfuerzo y alegría. María cuenta conmigo.

4.- Un Momento con María

Al contemplar diversas imágenes de la Virgen María, vemos en ella un rostro sereno, sonriente, con una paz interior que brota de la alegría de la discípula que se encuentra con el Señor de la Vida. La actitud de la Virgen sonriente, con esperanza, nos ayuda a mirar con optimismo la vida.

La alegría del discípulo es un antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta, sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios (D.A. Nº 29).

5.- Vivieron su Cariño a Maria

Teresa de Los Andes dejó muchas evidencias de su encuentro con el Señor y la alegría que brotaba de su corazón para expresar esta dicha. Sus cartas dejan la huella de esta profunda alegría que su corazón expresaba en sus oraciones, meditaciones y su especial gusto por tocar la guitarra, tal como lo siguen haciendo los jóvenes hoy en día. Sin duda, fue un signo de espiritualidad juvenil.

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